miércoles, 7 de diciembre de 2011

Orden de San Agustín



La Orden de San Agustín (Ordo Fratum Sancti Augustini, O.S.A.), a cuyos miembros se conoce individual y colectivamente como Agustinos (que no debe confundirse con los Canónigos agustinos), es una orden religiosa fundada por el papa Inocencio IV en el siglo XIII (1244), ante la necesidad de unificar una serie de comunidades de monjes en la Toscana (Italia) que siguieran las directrices conocidas como la Regla de San Agustín, dictadas por San Agustín de Hipona (fallecido en 430).


El nacimiento de la Orden de San Agustín tuvo lugar en el mes de marzo de 1244 en Roma.
Unos meses antes, en 1243, cuatro ermitaños (Esteban de Cataste, Hugo de Corbaria, Guido de Rosia y Pedro de Lupocavo) en representación de los grupos de eremitas situados en la antigua Tuscia, Lacio superior y zonas limítrofes de Umbría (Italia), se habían dirigido al papa Inocencio IV para pedirle una Regla común y un Prior General, según el nuevo estilo de Orden de fraternidad apostólica.
Con todo, Inocencio IV, una vez conocida la propuesta de Esteban, Hugo, Guido y Pedro, en el año primero de su pontificado, determinó la creación de una nueva Orden mendicante, la tercera después de los franciscanos y dominicos, en la Iglesia católica. Dos bulas pontificias, ambas fechadas el 16 de diciembre de 1243, sientan las bases jurídicas de la erección canónica de la Orden de San Agustín. La primera de ellas se conoce por Incumbit nobis y la segunda por Praesentium vobis.


Regla de San Agustín
Se la conoce como las tres reglas de San Agustín porque las elaboró en tres momentos distintos pero en el fondo se reduce a una sola regla. Es la más antigua de Occidente (siglo IV al siglo V). Agustín de Hipona[1] conocido como San Agustín redactó estas normas para organizar la vida de la comunidad cuando fundó en África el monasterio de Tagaste. En ella regula las horas canónicas, las obligaciones de los monjes, el tema de la moral y los distintos aspectos de la vida en monacato.
Agustín considera a la pobreza como la base de la vida religiosa, pero atribuye no menos importancia a la caridad fraternal, la cual consiste en vivir en paz y concordia.
La regla de San Agustín se compone de la siguiente manera:

La Orden de San Agustín goza de algunos privilegios prácticamente desde sus inicios entre las cuales se destacan:
  • Alejandro IV liberó a la orden de la jurisdicción de los obispos.
  • Inocencio VIII (en 1490) concedió a todas las Iglesias de la Orden indulgencias.
  • Desde el final del siglo XIII la Sacristía Pontificia está a cargo de los frailes de la Orden. Este privilegio fue ratificado por el Papa Alejandro VI garantizándola para siempre por una bula promulgada en 1497. Además la Orden está a cargo de la Custodia del Sagrario Apostólico.
  • Los agustinos están a cargo del servicio en la Iglesia de Sant'Anna dei Palafrenieri, que es la parroquia del Vaticano y su cementerio oficial
El Gobierno de la Orden tiene a la cabeza al Prior General. Actualmente es el M.R.P. Fr. Robert F. Prevost, O.S.A., elegido el 2001 y reelecto 2007. El Prior General es elegido cada seis años por el Capítulo General además de sus cuatro asistentes y un secretario, formando así la Curia Generalitia con sede en Roma.
El hábito de la Orden es de color negro y llega hasta los tobillos y está ceñido por un cinturón de cuero negro y encima va una capucha en forma de punta o de cono que debe llegar hasta la cintura. En países de clima tropical se usa el color blanco.




[1] Agustín es considerado el más grande entre Los Padres de la Iglesia y uno de los filósofos cristianos más importantes de todos los tiempos. Estudió Retórica en Cartago. Allí cayó en sus manos el Hortensius de Cicerón, que contenía una exhortación a dedicarse a la Filosofía. “El libro cambió las intenciones de mi corazón —dice Agustín—. De repente se marchitaron para mí todas las vanas esperanzas, con increíble fervor del corazón anhelé una sabiduría incorruptible.”
Según cuenta él mismo, un día creyó escuchar una voz de niño que le decía: «Toma y lee.» Interpretó que Dios le estaba pidiendo que tomara la Biblia y la leyera, y así lo hizo. La abrió y leyó el primer pasaje que apareció ante sus ojos: “[…] nada de comilonas y borracheras, nada de lujurias y desenfrenos, nada de rivalidades y envidias. Revestíos más bien del Señor Jesucristo, y no os preocupéis de la carne para satisfacer sus concupiscencias” (Rom. 13, 13-14). A partir de ese momento abrazó el cristianismo. Neoplatonismo y cristianismo se constituyeron en las dos fuentes principales de su pensamiento. http://www.luventicus.org/articulos/03A002/agustin.html

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