sábado, 28 de enero de 2012

HISTORIA VERDADERA DE LA CONQUISTA DE LA NUEVA ESPAÑA Parte 21


En la entrada anterior mencioné como cuenta Bernal de la manera en qué se enteraron del gran poderío de Montezuma pues Xicotenga se lo describía con todo el cuidado y el mayor detalle que se pudiera.
No solo les contaron de la forma en que se puede entrar a México sino también de donde obtenían el agua dulce, que sus casas estaban construidas de tal forma que podían atacar en una batalla desde sus techos, también hablaron de las formas y tamaños de sus armas[1]. De hecho Xicotenga hizo llevar pinturas hechas en henequén para que pudieran ver las batallas entre tlaxcaltecas y mexicas.




Como estas cuestiones sobre los mexicas las habían escuchado anteriormente Cortés quiso profundizar y les preguntó que de qué lugar habían llegado; lo que contestó Xicotenga es que sus antepasados decían que los hombres de México eran muy grandes y diciendo esto se les mostró un hueso que al compararlo los españoles se espantaron pues cuenta Bernal que consideraron que hubiera pertenecido a un gigante.
Terminando estas pláticas relacionadas a los mexicanos cuenta Bernal que estaban todos los españoles muy sorprendidos pues el volcán cercano a Tlaxcala estaba echando mucho fuego[2] y un capitán español llamado Diego de Ordaz le dijo A cortés que quería ir a ver lo que pasaba; se llevó a dos soldados y a varios indios tlaxcaltecas que no subirían con ellos sino que se quedaría en donde tienen unos adoratorios cerca del popocatepeque. Ordaz subió con sus soldados y cuenta que salía humo, cenizas, piedras y que al llegar a la cima pudo ver la gran “ciudad de México”.



Menciona Bernal que dejó poco a poco de tener actividad el volcán hasta 1939 que volvió a echar piedras y fuego aunque ya no se espantaron tanto pues ya sabían lo que era un volcán y vieron otros en Nicaragua y Guatemala.
Aunque no pudieron ni quisieron por un tiempo seguir intentando hacer que los tlaxcaltecas creyeran en la virgen maría ni en Dios, cuando entraban a poblados donde tenían cárceles especiales para los hombres que querían sacrificar, se dedicaban a romperlas y a ordenar que ya no se comieran ni sacrificaran a los indios.


[1] El arte de guerra mexica abarca los aspectos más importantes del modo de guerrear y pelear que tenía esta sociedad militarista del Posclásico Tardío. Las fuerzas militares, armamento y estrategia fueron vitales para las expansiones realizadas en el Posclásico Tardío por la civilización mexica en Mesoamérica. Este tema también abarca en particular la historia militar de los mexicas, la última Triple Alianza de Mesoamérica que integró la ciudad-estado de Tenochtitlan junto con las ciudades-estado de Tetzcuco (hoy Texcoco), Tlacopan (hoy Tacuba), y otras fuerzas militares aliadas de la región central de México.
Las fuerzas armadas estaban compuestas de un gran número de plebeyos (yaoquizqueh) que sólo poseían conocimientos y capacitación militares básicos, y un pequeño pero todavía considerable número de guerreros profesionales, pertenecientes a la nobleza (pipiltzin), los cuales se organizaron en diferentes sociedades guerreras, a las cuales eran integrados según sus logros en el campo de batalla.
Las fuerzas armadas estaban compuestas de un gran número de plebeyos (yaoquizqueh) que sólo poseían conocimientos y capacitación militares básicos, y un pequeño pero todavía considerable número de guerreros profesionales, pertenecientes a la nobleza (pipiltzin), los cuales se organizaron en diferentes sociedades guerreras, a las cuales eran integrados según sus logros en el campo de batalla.
[2] El Popocatépetl forma el término austral de la Sierra Nevada. A partir de él, se desprenden hacia el poniente las serranías de Ajusco. Gran número de las erupciones del Popocatépetl han tenido lugar por su conducto, a lo que se debe su gran profundidad, las dimensiones del volcán y su altura. Sus solfataras, en vías de extinción, demuestran su actividad actual…En 1519 hubo otra erupción, pues los españoles lo vieron arrojando humo, siguió manifestandose activo hasta el año de 1539, segun Bernal Díaz del Castillo: "echo grandes llamas, piedras y cenizas". Antes de esto se oyeron fuertes ruidos. Las cenizas de su erupción llegaron hasta Huejotzingo, Chalco, Cholula y Tlaxcala. "Quemo el campo, las hortalizas y los árboles."

martes, 24 de enero de 2012

HISTORIA VERDADERA DE LA CONQUISTA DE LA NUEVA ESPAÑA Parte 20


Como había mencionado en la entrada anterior, después de las batallas que habían sucedido entre tlaxcaltecas y españoles estaban en proceso de reforzar su amistad y unir fuerzas para atacar a Montezuma (claro estaba que los tlaxcaltecas llegaron a este punto pues se dieron cuenta de que eran superiores a ellos en batalla y es algo que necesitaban para terminar con el enorme poder de los mexicanos).
Los tlaxcaltecas principales (cómo se hacía anteriormente en algunas culturas) después de ofrecer su amistad y reforzarla ofrecieron sus hijas a Cortés y a sus hombres pues le dijeron que querían que hubiera generaciones con la mezcla de tlaxcaltecas y españoles.
El sacerdote que acompañaba a Cortés le aconsejó que no las recibiera de buena forma hasta que pudieran hablar con ellos sobre religión y los sacrificios que hacían pues vieron esta una gran oportunidad de tocar este tema que para ellos era de suma importancia y así fue cómo lo hizo Cortés.
Cuando los tlaxcaltecas llegaron con Cortés y sus hombres para hacerles entrega de sus hijas, los españoles se alegraron mucho y las recibieron de buena gana pero entonces Cortés les dijo lo que había estado diciendo desde su llegada a la costa de Cozumel. Les habló sobre Dios, su madre la virgen y les mostraron imágenes contándoles como son ellos a los que deberían adorar. Bernal cuenta lo bien que recibían el mensaje pues doña Marina y Jerónimo de Aguilar ya dominaban las palabras y lo que quería decir Cortés.



A diferencia de los pueblos con los que se había encontrado Cortés hasta llegar a este punto, los tlaxcaltecas al escuchar estas palabras sobre Dios, la virgen, el cielo, el infierno y demás palabras que escucharon respondieron que ellos eran los que estaban ahora pisando tierras extrañas, que cómo esperaban que de un día para otro dejaran de creer en este su Dios pues aunque si creían que los ayudaba a los españoles ellos creían en los mismos dioses de sus antepasados y que con el tiempo irían aprendiendo de este el Dios del que Cortés les hablaba, también dijeron que ellos qué más quisieran obedecer lo que les decían pero no dejarían de sacrificar aunque esto significara su muerte.
Bernal menciona que estas palabras mencionadas por los tlaxcaltecas sorprendieron mucho tanto al sacerdote que los acompañaba como a los mismos soldados y fue por esto que le dijo el padre de la Merced a Cortés lo siguiente: “Señor, no cure vuestra merced de más importunar sobre esto, que no es justo que por fuerza les hagamos ser cristianos, y aun lo que hicimos en Cempoal de derrocarles sus ídolos no quisiera yo que se hiciera hasta que tengan conocimiento de nuestra fe. ¿Qué aprovecha quitarles ahora sus ídolos de sus adoratorios si los pasan luego a otros?...” y menciona Bernal que sí lo tomó en cuenta Cortés y dejaron de insistirles en ese momento.
Después de esta plática bautizaron a las hijas de los caciques tlaxcaltecas. A la hija de Xicotenga el viejo, la llamaron Doña Luisa y Cortés se la dio a Pedro de Alvarado y les dijo que era como su hermano y capitán por lo cual se contentaron los caciques. Cuenta Bernal que Pedro de Alvarado tuvo dos hijos con Doña Luisa.



Cortés quiso saber todo lo que pudiera sobre Montezuma y los mexicanos y por esto se llevó a los caciques principales con él para platicar sobre este tema.
Ya que los tlaxcaltecas eran grandes enemigos de los mexicanos desde años atrás sabían muchas cosas que podían beneficiar a Cortés en contra de ellos. Les hablaron sobre su gran poderío y que Montezuma obtenía las tierras que él quería a través de la guerra pues en una batalla normal salía con 150 mil soldados de guerra; Cortés les preguntó que si era verdad que tenían tanto poder ¿Por qué es que no había acabado con los tlaxcaltecas? Le contestaron que porqué la mayoría de los guerreros de Montezuma habían pertenecido a otros pueblos que fueron sometidos y por esta razón no peleaban con muchas ganas y ellos mismos les avisaban cuando los iban a atacar.
Hablaron sobre el gran poderío de los mexicanos, el oro, plata y plumas que obtenían de los pueblos sometidos a ellos; sobre las casas, su ciudad y las mujeres que tenían.



Les describieron la ciudad, los lagos que las rodeaban, la forma en que se defendían y la manera de entrar a la gran ciudad de Tenochtitlán.

viernes, 13 de enero de 2012

HISTORIA VERDADERA DE LA CONQUISTA DE LA NUEVA ESPAÑA Parte 19


Cuando Xicotenga fue a ver Cortés para hacer las paces le explica que la razón por la que no habían aceptado anteriormente sus mensajes de amistad era porque Montezuma solía hacer ese tipo de engaños para poder adentrarse en sus tierras y que había veces que no podían obtener comida por la invasión de los mexicanos, incluso se quedaron sin riqueza pues se había entregado anteriormente a Montezuma para hacer las paces.
Cuenta Bernal que Xicotenga dio muchas quejas a Cortés de Montezuma y los mexicanos y ahora sabía que ellos querían ser amigos y no tendrían que estar siempre con sobresaltos de ataques de México. Invitó a Cortés a su ciudad pues le dijo que los otros señores principales lo esperaban; éste contestó que iría con agrado pero que a pesar de que les perdonaba los ataques que les hicieron, si volvían a hacerlo no los perdonaría y destruiría su ciudad; Xicotenga y sus acompañantes aseguraron que no volverían a atacarlos.
Los mensajeros de Montezuma que estaban con Cortés escucharon todo lo que dijo Xicotenga y cuando éste se fue les dijeron a Cortés y a sus hombres que no les creyeran pues eran mentiras, que los tlaxcaltecas esperarían a que todos estuvieran en su ciudad y los atacarían. Cortés les contestó muy seriamente diciéndoles que si eso era verdad que no lo preocupaba pues él les había advertido que de hacerlo los mataría y por lo tanto si estaba dispuesto a ir a Tlaxcala; Cortés les dijo esto pero no sabía si era verdad lo que le dijeron y se quedó preocupado.

Xicotenga y Cortés

Cuenta Bernal que como pasaban los días y Cortés no iba a Tlaxcala los principales les mandaban comida y ropa para demostrarles que si estaban de paz y también Montezuma mandó de nuevo regalos de oro y ropa cuando se enteró que fueron invitados por los tlaxcaltecas a su ciudad y les mandó decir que no les creyeran pues solo querían llevarlos a su ciudad para matarlos y robarles pues eran muy pobre. Cuando Cortés iba a contestarle se enteró que todos los señores principales y papas de Tlaxcala iban camino a verlo para después llevarlos a su ciudad.
Cuando llegaron todos los señores principales de Tlaxcala a ver a Cortés, Xicotenga el viejo le dijo a Cortés que era verdad lo que le habían dicho sus mensajeros previos pues en verdad querían la paz con él y que estaba seguro que los mensajeros mexicanos le habían inventado cosas sobre ellos pues solían hacerlos y que era la razón por la cual no habían querido ir a Tlaxcala. (También cuenta Bernal que Xicotenga el viejo y todos los tlaxcaltecas llamaron a Cortés “Malinche[1]”).


Cortés le contestó que si no había ido a Tlaxcala no era por cosas que hayan inventado los mexicanos sino porque no tenían como llevar todas sus cosas con ellos pues no tenían quien las cargara, a lo que Xicotenga contestó que el mandaría llamar hombres que les cargaran sus cosas.
Bernal cuenta que estuvieron 24 días en Tlaxcala y que llegaron a esta ciudad el 23 de septiembre de 1519.
Cuando entraron en Tlaxcala fueron recibidos por todos los papas de la ciudad, así como por los señores principales que se habían adelantado para que todo estuviera listo a su llegada. Cuenta Bernal que todo lo tenían tan preparado para que se sintieran a gusto en su ciudad que incluso les daban ropas hechas de henequén pues no contaban con algodón como los mexicanos.
Cuenta Bernal que Xicotenga el viejo y otros señores principales se enojaron con Cortés pues se dieron cuenta de que no dejaban sus armas y estaban muy desconfiados de ellos y le dijo que o los tiene por enemigos o no confían en ellos a pesar de la paz que le estaban mostrando, a lo que Cortés contestó que no era por ellos, que él solía siempre estar preparado para la batalla pero que si les agradecía la amistad que les ofrecían y todo lo que hacían por ellos.



[1] Malinche es el nombre que los indígenas dieron a Cortés, debido a su cercanía a Malinalli, el verdadero nombre de la Malinche. Malinalli es una paja, una liana torcida que se utilizaba en la construcción de casas, pero también era un signo astrológico.

martes, 10 de enero de 2012

HISTORIA VERDADERA DE LA CONQUISTA DE LA NUEVA ESPAÑA Parte 18


Mientras Cortés de nuevo intentaba persuadir a los soldados amigos de Diego Velázquez que pelearan bien, siguieran adelante y no pensaran más en Cuba, los señores principales de Tlaxcala de nuevo dijeron a Xicotenga que fuera a hablar con Cortés para lograr paz; lo que hizo Xicotenga fue enviar comida pero retando de cierta forma a Cortés para saber si eran teules u hombres de carne y hueso.
Los mensajeros que llevaron la comida a los españoles eran espías de Xicotenga pues deseaba de nuevo atacarlos por la noche y quería saber la forma en que vivían; Cortés se enteró de esto porque doña Marina lo escuchó y se lo dijo. Lo que hizo fue aprender a 17 de los espías de Xicotenga, les cortó a unos las manos y a otros sus dedos pulgares para mandar el mensaje a Xicotenga diciendo que lo esperaría de día y de noche y si en dos días no llegaba el iría a buscarlo.



Al otro día los soldados que cuidaban los alrededores del lugar donde estaba establecido Cortés, llegó corriendo a él diciendo que había visto a lo lejos venir muchos indios e indias cargando cosas, que no estaba seguro a donde se dirigía pero otro soldado los estaba vigilando. Al poco tiempo llegó el otro soldado diciendo que venía hacia ellos.
Bernal cuenta que estaban tan felices porque sabían que se acercaban aquellos indios para por fin estar en paz, pero Cortés mandó que disimularan su felicidad.
Cuatro señores principales entraron en los aposentos de Cortés para hablar sobre paz y amistad. Le explicaron que eran enviados del señor de Tlaxcala y que iban para pedir disculpas por haberles dado guerra y no creer en los mensajeros que habían enviado pues explicaron que ellos pensaban que eran amigos de Montezuma que son enemigos de los tlaxcaltecas desde mucho tiempo atrás y por lo tanto pensaban que era uno de sus engaños para entrar en sus tierras y robar a sus hijos y mujeres. Esto se los habían dicho los  chontales y otomíes que según ellos eran gente del monte sin razón.
Cortés escuchando todo lo que les fue mandado decir, se hizo el enojado y muy molesto les dijo que él no tendría por qué escucharlos pues desde que entraron a esa tierra había mandado mensajeros para que fueran amigos y ellos respondieron atacando de día y de noche y enviando espías. Les dijo que no creería en sus palabras si no iban los señores de Tlaxcala a hablar sobre la buena voluntad que ahora le tenían. Les advirtió que los esperaba de día pues si llegaban de noche los mataría.


Negociación de los tlaxcaltecas.

Bernal cuenta que en todas las tierras cercanas a Tlaxcala se enteraron de la victoria que habían tenido sobre este gran pueblo guerrero. Uno de los que se enteraron de la paz que ahora ofrecían los tlaxcaltecas a los españoles fue Montezuma y por esto mandó mensajeros para ir a ver a Cortés y decirle que lo felicitaba por su gran victoria y que deseaba ser vasallo de su gran emperador pues ahora les tenía más respeto; les mandó regalos de oro, algodón y otros presentes; lo único que les pedía es que no fueran a verlo pues su tierra era estéril y no quería que pasaran hambre estando en México. 



Estando Cortés platicando con los mensajeros de Montezuma se acercaron soldados para decirle que había muchos hombres con mantas blancas y de colores que se acercaban. Conforme fueron avanzando supieron que era Xicotenga y otros señores principales e iban a verlo para hacer las paces y se tranquilizaran las cosas entre Cortés, sus hombres y el pueblo de Tlaxcala.