miércoles, 13 de junio de 2012

HISTORIA VERDADERA DE LA CONQUISTA DE LA NUEVA ESPAÑA Parte 30


El tesoro de Axayácatl

En este capítulo Bernal nos cuenta lo que sucedió después que Cortés le dijera a Montezuma que los dejaran poner una imagen de la virgen María y una cruz en el gran templo dedicado a Uichilobos y a Tezcatepuca en Tlatelolco. (Ver entrada anterior)

Habiendo regresado Cortés a sus aposentos después de la negativa de Montezuma de sustituir a sus dioses en su gran templo, mandó pedir albañiles para construir una iglesia dentro del lugar que les habían proporcionado para habitar pues cada que el fraile de la Merced oficiaba misa, los indios destruían sus altares; también esta solicitud fue debido a lo ocurrido en el templo de Tlatelolco.

 Iglesia de Santiago de Tlatelolco

Cuando examinaban el lugar para decidir el mejor lugar donde construir la iglesia, un soldado español que había sido carpintero vio una pared que se dio cuenta tenía que haber sido una puerta anteriormente; Cortés y sus hombres habían escuchado que en ese lugar podía estar el tesoro del padre de Montezuma y sospecharon que dicha puerta lo contenía, por lo tanto en secreto la abrieron y Bernal cuenta que era tanto oro y tantas riquezas que no creyó que en el mundo existiera más.
Cortés prohibió a sus hombres que tomaran el oro en ese momento, cerraron la puerta para esperar el tiempo adecuado y así poder abrirla.


 Los hombres más cercanos a Cortés se reunieron con él para decirle que estaban en peligro pues en el momento que quisiera Montezuma los podría atacar y dado que la ciudad tenía tantas fortalezas y estaban rodeados de agua, no podrían defenderse bien, ni sus amigos de Tlaxcala acudirían en su ayuda. Pidieron entonces prender a Montezuma para poder estar tranquilos y lo que Cortés les contestó: “No creáis, caballeros, que duermo ni estoy sin el mismo cuidado, que bien me lo habréis sentido; más ¿Qué poder tenemos nosotros para hacer tan gran atrevimiento, prender a tan gran señor en sus mismos palacios, teniendo sus gentes de guarda y de guerra? ¿Qué manera o arte se puede tener en quererlo poner por efecto que no apellide sus guerreros y luego nos combatan?” Los soldados trataron de convencerlo diciendo que habían notado que la actitud de los mexicas estaba cambiando y tenían miedo.



A la mañana del día siguiente les llegaron noticias de la Villa Rica; los mexicas habían matado a Juan de Escalante que había quedado como alguacil mayor. Con estas noticias les dio más miedo pues ahora los mexicas ya no los veían como teules (invencibles), por lo tanto no los temían. Acordaron apresar a Montezuma.

martes, 12 de junio de 2012

HISTORIA VERDADERA DE LA CONQUISTA DE LA NUEVA ESPAÑA Parte 29


Esta entrada es la continuación de la entrada anterior que habla sobre la visita de Cortés y sus soldados a uno de los templos principales dedicado al dios Huitzilopochtli.
Cuenta Bernal que Cortés le dijo a fray Bartolomé de Olmedo “Paréceme, señor padre que será bien que demos un tiento a Montezuma sobre que nos deje hacer aquí nuestra iglesia”… pero fray Bartolomé le contestó que no era cosa convenible hablar en tal tiempo pues se dio cuenta de la importancia que tenía este templo para los mexicas.
Hernando Cortés le dijo a Montezuma a través de doña Marina: “MUY GRAN SEÑOR es vuestra merced y de mucho más es merecedor, hemos holgado de ver vuestras ciudades, lo que os pido por merced, que pues estamos aquí en vuestro templo, que nos mostréis vuestros dioses y teules”. Los hizo pasar a una tipo sala donde había dos altares y en cada uno estaban dos bultos altos y gordos; el primero a mano derecha era uichilobos su dios de la guerra –cara y rostros muy anchos, los ojos deformes y “espantables: el cuerpo cubierto de pedrería, en una mano un arco, en la otra flechas- junto a él estaba otro ídolo pequeño que decían era su paje.
Uichilobos tenía puesto al cuello unas caras de indios y corazones (de oro y plata) y en el altar había unos braseros con incienso y tres corazones de indios que aquél día habían sacrificado.



Del lado izquierdo de la sala estaba el otro bulto, con rostro como de oso y unos ojos que relumbraban, el cuerpo con piedras como uichilobos porque decían que eran hermanos[1] y este era Tezcatepuca[2] dios de los infiernos y tenía cargo de los animales de los mexicas. Había cinco corazones de indios sacrificados en su altar.


Tezcatepuca

El tercer dios en el templo mitad hombre-mitad lagarto decían que estaba lleno de todas las semillas que había en toda la tierra.
Cuenta Bernal que Cortés le dijo a Montezuma como medio riendo “señor Montezuma: no sé yo como un tan gran señor y sabio varón como vuestra merced es, no haya colegido en su pensamiento cómo no son estos vuestros ídolos dioses, sino cosas malas que se llaman diablos, y para que vuestra merced lo conozcan  todos sus papas lo vean claro, hacedme una merced: que hayáis por bien que en lo alto de esta torre pongamos una cruz, y en una parte de estos adoratorios, donde están vuestros uichilobos y Tezcatepuca, haremos un apartado donde pongamos una imagen de nuestra señora y veréis el temor que de ello tienen esos ídolos que os tienen engañados.”
Montezuma respondió “Señor Malinche: si tal deshonor como has dicho creyera que habías de decir, no te mostrara mis dioses. Estos tenemos por muy buenos, y ellos nos dan salud y aguas y buenas sementeras y temporales y victorias cuantas queremos; y los tenemos de adorar y sacrificar; lo que os ruego es que no se diga otras palabras en su deshonor”.
Al ver molesto a Montezuma lo único que dijo Cortés fue “Hora es que vuestra merced y nosotros nos vamos”. Dicho esto Montezuma respondió que ahora él tenía que rezar y hacer ciertos sacrificios en recompensa del gran tatacul[3] que había hecho en dejarlos subir en su gran cu, y el gran deshonor que le hicieron en hablar mal de sus dioses, que antes de que Cortés se fuese lo había de rezar y adorar a lo que este respondió “Pues que así sea, perdone señor.”


Etapas constructivas del Templo Mayor de Tlatelolco.[4]

Describe el lugar donde estaba ubicado ese adoratorio y dice que en los cimientos echaron oro, plata y piedras. Esto lo supo Bernal porque cuenta que cuando ganaron propusieron que ahí se hiciera la iglesia de su patrón el Sr. Santiago[5] y cuando la hicieron hallaron mucho oro, plata, perlas y otras piedras.



Díaz del Castillo menciona que siempre llamó a ese lugar el infierno porque aparte del templo de Uichilobos, afuera tenían otros bultos ensangrentados y era el lugar en donde cocinaban la carne de los indios sacrificados.



[1] Ometéotl, el creador, el principio dual, masculino y femenino, en la cultura nahua, viviendo en el decimotercero cielo, engendró cuatro hijos: el primero fue Xipe Tótec (Tezcatlipoca rojo o Camaxtle), el segundo fue Tezcatlipoca (Tezcatlipoca negro), el tercero fue Quetzalcóatl (Tezcatlipoca blanco), y al cuarto le llamaron Huitzilopochtli (Tezcatlipoca azul o colibrí zurdo).
[2] Tezcatlipoca "espejo negro por el humo" o "espejo humeante", en la cultura nahua (mexicas y otros pueblos mesoamericanos de habla náhuatl), es el señor del cielo y de la tierra, fuente de vida, tutela y amparo del hombre, origen del poder y la felicidad, dueño de las batallas, omnipresente, fuerte e invisible. Entre los nahuas, Quetzalcóatl y Tezcatlipoca son dualidad y antagonía. Quetzalcóatl es llamado también Tezcatlipoca blanco en tanto que el color de Tezcatlipoca es el negro.
[3] Pecado.
[4] http://www.mexicomaxico.org/Tenoch/Tenoch3.htm
[5] La iglesia de Santiago Tlatelolco fue erigida después de la conquista del 13 de agosto de 1521, los vencedores eligieron el lugar donde los mexicas habían resistido los embates militares por más de 80 días.
En enero de 1522, Hernán Cortés decidió la construcción de la ciudad de México y al mismo tiempo borrar toda huella que recordara la grandeza de los vencidos. Designó a Tlatelolco como señorío de indígenas bajo el mando de Cuauhtémoc y el nombre de Santiago.
En 1527 se inauguró la primera iglesia en Tlatelolco, la cual fue construida con las piedras del Templo Mayor prehispánico. La iglesia se dedicó a Santiago, el santo patrono de las huestes de Cortés, y quedó al cuidado de los franciscanos. La misión principal de los misioneros fue educar a los indígenas, por lo que en 1536 fundaron el Colegio de la Santa Cruz en Tlatelolco.
En el colegio sobresalió el trabajo de frailes como Andrés de Olmos, Bernardino de Sahagún, Amoldo de Basaccio y Juan Badiano de origen indígena, quien elaboró el Códice que lleva su nombre y que trata sobre la herbolaria mexicana; sin embargo, debido a fenómenos como inundaciones y epidemias, además de la falta de recursos, fue clausurado a fines del siglo XVIII.
En un principio la iglesia era de una sola nave y para 1540, como lo menciona Motolinía, ya "tenía tres naves", lo que indica que era la segunda edificación. En 1573 se inició la tercera construcción bajo la dirección de Fray Francisco de Gamboa, la cual aparentemente tardó mucho tiempo.
A finales del siglo XIX, cuando Porfirio Díaz impulsó el desarrollo de los ferrocarriles, el entorno de la iglesia fue modificado, pues en el terreno Norte se instalaron patios, vías, bodegas y áreas para la descarga de los trenes. En la parte Noreste de Tlatelolco se construyó la Aduana del pulque, edificio que actualmente controla la Secretaría de Relaciones Exteriores.
http://www.tlatelolco.inah.gob.mx/index.php?option=com_content&view=article&id=51&Itemid=84

miércoles, 6 de junio de 2012

HISTORIA VERDADERA DE LA CONQUISTA DE LA NUEVA ESPAÑA Parte 28


“EL GRAN CU[1] DE SU UICHILOBOS[2]"

A 4 días de haber llegado a la ciudad de México, Cortés quiso ir a una de las plazas principales de la ciudad y ver el gran adoratorio de su “uichilobos”. Para poder realizar esta visita determinó avisarle a Montezuma a través de Jerónimo de Aguilar y de doña Marina.
Montezuma aceptó su petición pero se adelantó y con sus sacerdotes comenzó a sahumar y hacer otras ceremonias a uichilobos; mientras tanto Cortés y sus hombres tomaron sus caballos y armas para ir a Tlatelulco[3], lugar en donde se encontraba el adoratorio.


Zona Arqueológica de Tlatelolco
Ubicación de construcciones en Tlatelolco: 1) Templo de Ehécatl-Quetzalcóatl, 2) Altares circulares sobrepuestoas, 3) Altar Tzompantli del patio sur, 4) Templo calendárico, 5) El Palacio, 6) Templo de las Pinturas, 7) Templo Mayor - Etapa II, 8) Etapas constructivas del Templo Mayor, 9) Los amantes de Tlatelolco, 10) Plataforma Oeste, 11) El Gran Basamento, 12) Calzada Tepeyac, 13) Límite norte del Recinto, 14) altar Tzomplantli del norte, 15) Iglesia y Convento de Santiago, 16) Plaza de las Tres Culturas, 17) Zona Chica, 18) Hacia el Tecpan y 19) Caja de agua, Pintura Mural de 1536.

“Desde que llegamos a la gran plaza, como no habíamos visto tal cosa quedamos admirados de la multitud de gente y mercaderías…”. Bernal cuenta que había todo tipo de comercio pues vieron vendedores de: (por mencionar algunos)
·         Oro, plata, piedras…
·         Esclavos y esclavas
·         Ropa
·         Cacao
·         Loza
·         Golosinas
·         Madera
·         Papel
·         Sal
Y lo de lo más sorprendente es que todos tenían su lugar pues estaban bien distribuidos y ubicados.[4]



Cuando llegaron los españoles al “gran cu”, Montezuma mando a sus sacerdotes a ayudar a Cortés en la subida al templo a lo cual éste se negó y subió solo. Cuando estaba finalmente en la cima, llegaron al lugar donde se realizaban los sacrificios y en donde “había un gran bulto de cómo dragón y otras malas figuras y mucha sangre derramada de aquel día.”
Bernal cuenta que al estar en la cima, Montezuma recibió a Cortés y a sus hombres en su gran templo (al que Díaz del Castillo se refiere como su templo maldito). Montezuma le dijo a Cortés que desde ese lugar podía ver y maravillarse de su gran ciudad, y así lo hicieron porque Bernal cuenta que en verdad era uno de los lugares más altos de la ciudad pues se podían ver las tres calzadas que entran en México (Iztapalapa- por la que los españoles entraron, Tacuba-por la que huyeron en la noche triste y la de Tepeaquilla). También pudieron observar el agua que al bajar de Chapultepec por medio de sus conductos llegaba a la ciudad y uno de los espectáculos que llamó más la atención de los españoles fue ver la forma en que los habitantes se movilizaba en canoas tanto para entrar o salir de la ciudad. Muchos adoratorios y cúes también observaron.
Había soldados españoles presentes en el templo con Cortés, que habían estado en lugares como Constantinopla o Roma y dijeron que “plaza tan bien compasada y con tanto concierto y tamaño y llena de tanta gente no la habían visto.”





[1] Voz usada por los cronistas para designar el templo o adoratorio de los indígenas prehispánicos en Mesoamérica.
[2] Huitzilopochtli
[3] Tlatelolco fue el centro comercial más importante del México prehispánico y lo que se sabe es que después de fundada Tenochtitlan (en 1325), Huitzilopochtli ordenó a los mexicas que se repartieran sobre los cuatro ámbitos del mundo, por lo que Tenochtitlan de acuerdo con  la primera lámina del Códice Mendocino quedó dividida en 4 grandes sectores, cuyos nombres eran Cuepopan, Moyotlan, Zoquiapan y Atzacualco.
[4] El 13 de agosto de 1521 fue finalmente capturado por Diego de Holguín. La caída de Tlatelolco marcó el fin del más importante Imperio mesoamericano. La colaboración de los pueblos hasta entonces sometidos a la hegemonía azteca facilitó la expansión de la empresa conquistadora.
Fuente:  Miniguía editada por el INAH

Un sector del grupo de los pochtecas, individuos especializados en el comercio, vendía e intercambiaba sus materiales y productos en el gran mercado de Tlatelolco. En aquel tiempo el intercambio se hacía por trueque directo, ya fuera ofreciendo un producto por otro, o bien, cuando se trataba de objetos de gran valor, cambiándolos por cacao, por oro en polvo —en canutos—, o por hachuelas de cobre y ciertos textiles que funcionaban como una especie de moneda.

Para mantener el control en el interior del mercado, los gobernantes del tianguis cuidaban que todos los puestos estuvieran perfectamente ordenados conforme a los productos que se intercambiaban. Por un lado estaban los vendedores de animales, quienes ofrecían xoloizcuintles, o perros de los antiguos mexicanos, conejos, mapaches, armadillos, tejones y tortugas; mientras que otros vendían pájaros con plumajes de gran colorido; allí también podían obtenerse aves de rapiña, serpientes y carne de venado, siempre presente en los banquetes de la nobleza. En otra sección del mercado estaban los puestos de comida preparada, donde las diligentes cocineras palmeaban las nutritivas tortillas que acompañaban los guisos de frijoles y chile; ellas ofrecían además tamales y atole, así como ricos tlacoyos rellenos de haba y frijol. Estas rudimentarias fondas satisfacían las necesidades tanto de los vendedores como de la clientela en su cotidiana visita al mercado.
Fuente: Pasajes de la Historia No. 1