domingo, 26 de febrero de 2012

HISTORIA VERDADERA DE LA CONQUISTA DE LA NUEVA ESPAÑA Parte 26


La entrada anterior fue sobre el día en que entraron Cortés y sus soldados a la gran ciudad de México, según lo narrado por Bernal Díaz del Castillo y continuaré en esta entrada su relato sobre lo que sucedió después.
Cuenta Bernal que ya que estaban instalados en los aposentos que les dieron y después de haber comido, el gran Montezuma fue a visitarlos para poder hablar con Cortés; llegó Montezuma con varios de sus caciques y le dijo a Cortés que “se holgaba de tener en su casa y reino uno caballeros tan esforzados como era el capitán Cortés…” y todos sus soldados, también les dijo que en verdad creía que eran ellos los que sus antepasados habían dicho que llegarían de donde sale el sol a señorear estas tierras. Cortés le respondió que no sabía cómo pagar las grandes mercedes recibidas y que era verdad que ellos llegaron de donde sale el sol, que eran vasallos de un gran señor, el emperador don Carlos, que al enterarse de Montezuma y su reino los había mandado a ellos a visitar estas tierras para verle y rogarle que sean cristianos para salvar sus ánimas él y todos sus vasallos.
Después de estas palabras Montezuma hizo entregar a Cortés oro y ropa que ya tenían preparados, a los capitanes y a los soldados también les dio presentes, también les dio comida y se despidió con cortesía.
Cuando se retiró Montezuma de los aposentos de Cortés y sus hombres, éste les mandó no alejarse hasta entender más sobre la posición de Montezuma con ellos.



Otro día Cortés decidió ir a ver a Montezuma para hablar con él sobre el tema que había quedado pendiente.
Bernal cuenta que llegaron al palacio y fueron bien recibidos, Montezuma salió a recibirlos y fue cuando Cortés a través de doña Marina “le comenzó a hacer un razonamiento… y dijo que ahora que había venido a ver y  hablar a un tan gran señor como era, estaba descansado… y a lo que más viene a decir de parte de Nuestro Señor Dios es que ya su merced habrá entendido de sus embajadores cómo les dijimos que éramos cristianos y adoramos a un solo Dios verdadero que se dice Jesucristo, el cual padeció muerte y pasión por salvarnos… y que aquellos que ellos tienen por dioses que no los son sino diablos, que son cosas muy malas y que mirasen cuán malos son y de poca valía.” Después de todas las palabras sobre este tema que dijo Cortés a Montezuma, volteo a ver a los soldados que lo acompañaban y les dijo “Con esto cumplimos, por ser el primer toque”.


Montezuma respondió a Cortés que como él le había dicho, ya había escuchado lo que sus embajadores le contaron sobre Dios y la salvación de ellos pero que así como consideran a su Dios bueno, él considera a los suyos de la misma forma y que por favor no hable más de ese tema.
 Le volvió a decir que se holgaba por tenerlos en su reino pues ya tenía dos años que había escuchado de su llegada y deseaba conocerlos porque sus antepasados los habían anunciado; le dijo que si anteriormente le había mandado decir que no entrara a sus tierras fue porque sus vasallos tenían temor pues les habían contado que lanzaban rayos y que mataban a muchos con sus caballos pero ahora que los veía y se daba cuenta de que eran de carne y hueso los aprecia más por ser tan esforzados.


Cuenta Bernal que después de esta plática como era costumbre de Montezuma les repartió muchos presentes de oro y ropa. Estaban muy sorprendidos de la buena manera y crianza que en todo tenía y que ellos le tendrían mucho acato.

lunes, 20 de febrero de 2012

HISTORIA VERDADERA DE LA CONQUISTA DE LA NUEVA ESPAÑA Parte 25


Entrada de Hernán Cortés a la gran ciudad de Tenochtitlan

En el capítulo que habla Bernal sobre este acontecimiento menciona lo impresionados que estaban cuando partieron de Estapalapa (Iztapalapa) e iban sobre la calzada que los llevaba a la ciudad de México pues veían construcciones tanto en tierra cómo en el agua.



Cuenta Bernal Díaz del Castillo que cuando iban caminando sobre la calzada fueron encontrados por caciques que mandaba Montezuma que se adelantaran para dar la bienvenida en lo que el señor de Tezuco, el señor de Estapalapa, señor de Tacuba y el señor de Cuyuacán se encontraban con Montezuma.


El gran Montezuma llegó a donde estaba Cortés; se le describe con ropas muy finas, con oro, perlas y piedras,  con sandalias adornadas y muy ricamente “ataviado”. Los caciques que iban delante de él barrieron el suelo y pusieron mantas por donde el pasaba pues no debía pisar la tierra. Los caciques que hacían esto no miraban a los ojos a Montezuma, solo sus sobrinos que llevaba del brazo.
Cuando estuvieron cerca Montezuma le dio la bienvenida a Cortés; éste le agradeció a través de doña Marina, le puso un collar de diversos colores en unos cordones de oro y cuando Cortés iba a abrazar a Montezuma los caciques lo detuvieron pues era un gesto que ellos tenían por menosprecio.



“Y luego Cortés con la lengua doña Marina le dijo que holgaba ahora su corazón en haber visto un tan gran príncipe, y que le tenía en gran merced la venida de su persona a recibirle…” Después de dichas estas palabras Montezuma ordenó a dos sobrinos que le acompañaran a Cortés y a sus hombres a sus aposentos; después el se retiro. De esta forma fue como entraron a la ciudad de México.
Bernal menciona que al recordar ese día es como si volviera a revivirlo, que le agradece a Dios que los haya acompañado en ese viaje para que pudieran entrar a una ciudad como esta.
Al lugar a donde fueron conducidos perteneció al padre de Montezuma Axayácatl[2] y menciona que era muy grande y tenía varios adoratorios. Montezuma fue a visitarlos poco tiempo después y le dijo a Cortés “Malinche: en vuestra casa estáis vos y vuestros hermanos; descansa”.
“Y fue esta nuestra venturosa y atrevida entrada en la gran ciudad de Tenustitlán México, a ocho días del mes de noviembre, año de Nuestro Salvador Jesucristo de mil quinientos diecinueve años.”





[1] 1.- Centro Ceremonial, sede del Templo Mayor, 2.- Centro comercial y ceremonial de Tlatelolco, 3.- Calzada a Tlacopan y Tacuba, 4.- Calzada a Tepeyacac, 5.- Calzada Iztapalapa y Xochimilco, 6.- cerro del Peñón parcialmente sumergido, 7.- Albarrada de Netzahualcóyotl, 8.- Lago de Texcoco, 9.- Lago de México, 10.- Texcoco.
[2] Axayácatl (1469-1481) tlatoani mexica, sucesor de Moctezuma I y padre de Moctezuma II.

martes, 14 de febrero de 2012

HISTORIA VERDADERA DE LA CONQUISTA DE LA NUEVA ESPAÑA Parte 24


Después de la matanza en Cholula como comenté en la entrada anterior, Cortés mandó poblarla de nuevo y arregló la amistad entre tlaxcaltecas y los habitantes de Cholula. Habiendo pasado catorce días de estos acontecimientos cuenta Bernal que Montezuma mandaba mensajeros para enterarse de los movimientos que realizaban Cortés y sus soldad; como se enteraron de esto la decisión de Hernando Cortés fue mandar decirle a Montezuma lo que había pasado en Cholula (cómo los habían traicionado y sobre todo que los señores principales decían que era por mandato de Montezuma) Cortés le hacía saber que él no creía que siendo tan gran señor y habiéndoles ofrecido su amistad pudiera querer matarlos.
Cuando Montezuma recibió el mensaje de que Cortés no lo culpaba por lo de Cholula volvió a pedir consejo a sus sacerdotes y le dijeron lo mismo que días anteriores le habían dicho; que dejara entrar a Cortés y a sus hombres porque dentro de la ciudad sería más fácil matarlos.



Lo que Montezuma contestó a Cortés fue que le molestaba la forma en que los de Cholula los habían atacado y más diciendo que había sido por ordenes suyas, le dijo que esperaba que los castigara más pues eran mentirosos y traicioneros; por otra parte le hacía saber que a pesar de que en su ciudad no contaba con mucha comida pues se encontraban en medio de una laguna esperaba poder atenderlos como se lo merecían los vasallos de un rey como ellos se lo comentaban. Les mandó muchos regalos tanto en oro como en ropas de algodón y les dijo que todos los poblados por los que tendrían que pasar para llegar a verlo sabían que tenían que atenderlos de buena forma y ser bien recibidos.
Los señores principales de Tlaxcala cuando se enteraron de que Montezuma esperaba a Cortés y a sus soldados en su ciudad se preocuparon y repitieron a ellos que no entraran a este lugar pues en cualquier momento los atacarían y matarían; por esta razón ofrecieron a Cortés diez mil guerreros tlaxcaltecas pero solo aceptaron mil. Por esta misma razón los indios de Cempoal que todavía acompañaban a Cortés le pidieron permiso para regresar pues no querían ser muertos o castigados por Montezuma a lo que Cortés accedió.



Cuando comenzaron el viaje a México llegaron a lo que Bernal llama los ranchos de Iscalpán[1] en donde fueron visitados por caciques y sacerdotes de los pueblos de Guaxocingo y le llevaron a Cortés regalos de oro y aunque era poco le pidiera que lo recibiera valorando la voluntad con que se lo regalaban. La razón por la cual fueron a verlo es porque querían advertirle que más adelante se encontraría con dos caminos; uno limpio y más corto que lo llevaría a Chalco y el otro con muchos impedimentos para pasar sobre todo los caballos y más largo que los llevaría a Tlalmanalco[2], le recomendaron que se fuera por el segundo pues en el primer camino se había puesto una trampa mandada hacer por Montezuma.
Al día siguiente que prosiguieron su camino Cortés les preguntó a los embajadores de Montezuma que lo acompañaban que por qué camino preferían ir, a lo que ellos respondieron que por el primero pues estaba limpio y corto; escuchando esto Cortés decidió ir por el que le habían recomendado los habitantes de Guaxocingo.
Cuando llegaron a Tlalmanalco fueron bien recibidos por los habitantes de este pueblo y al enterarse los poblados vecinos también llegaron a recibirlos (Chalco, Chimalhuacán[3] Amaquenmecan) y les llevaron presentes de oro. Al ver Cortés que eran varios caciques principales con buena voluntad que iban a recibirlos decidió hablarles sobre lo que ellos llamaban “nuestra santa fe” (como lo hacían con todos los pueblos a los que llegaban) y sobre el gran poder que tenía el emperador Carlos V. Cuando escucharon sus palabras los caciques principales sobre no ser malos, no robar o matar a personas para sacrificio le contaron a Cortés sobre el trato que les daba Montezuma al robarles a sus hijos para sacrificarlos y sobre los tributos que los hacían pagar; Cortés los escuchó y les dijo que les haría justicia cuando entrara a México por lo cual se alegraron los pueblos que estaban presentes.



Montezuma mandó de nuevo un mensaje (acompañado de mucho oro como cuenta Bernal que siempre hizo) a Cortés diciéndole que lamentaba todo el trabajo que habían pasado para llegar ahí pero que ya no siguiera adelante, que le daría mucho oro para su emperador y para ellos pero que en su ciudad no iba a tener bastimento para darles por lo que le pedía que se regresara. Cortés le contestó que le sorprendía que siendo tan gran señor cambiara de parecer muy seguido y que ya no podía regresar pues su emperador a verlo los había mandado y tenían que hacerlo.
Cuenta Bernal que al saber Montezuma la respuesta de Cortés mandó a su sobrino Cacamatzin[4] señor de Tezcuco a recibir a Cortés.
Cuando Cacamatzin llegó al lugar donde se encontraba Cortés le  dijo que se ponían a su disposición pues así lo mandaba el gran Montezuma, Cortés se los agradeció y tuvieron platicas muy largas con Cacamatzin.

 Cacamatzin

Al otro día por la mañana cuenta Bernal que llegaron a la calzada de Iztapalapa donde fueron recibidos por Cuitláhuac[5] y lo que más resalta de este relato de Díaz del Castillo es lo maravillados que todos se quedaron al ver la gran ciudad pues describe cómo la mitad de las casas estaban en tierra y la otra mitad en agua, su arquitectura, jardines, animales, plantas y árboles que tenían… el menciona “Digo otra vez lo que estuve mirando, que creí que en el mundo hubiese otras tierras descubiertas como éstas…” “Está de otra manera mudado, que si no lo hubiere de antes visto, dijera que no era posible que aquello que estaba lleno de agua que está ahora sembrado de maizales…”




[1] Según Orozco y Berra es Calpan. Cortés no menciona este pueblo en su segunda carta de relación.
[2] Tlalmanalco (náhuatl: tlalli, manalli, co, «tierra, aplanada o allanada, lugar», «lugar de tierra aplanada o nivelada»)? es uno de los 125 municipios del estado de México, localizado al oriente de dicha entidad. Durante su época prehispánica fue uno de los 4 Estados Mayores de Chalco llamado Tlalmanalco / Tlacochcalco.
[3] El nombre del municipio es Chimalhuacán Atenco. Su nombre proviene de los vocablos del náhuatl chimalli (escudo o rodela), hua (partícula posesiva) can(lugar) atenco, A, “agua”; tentli, “labio” y co, “lugar” (a la orilla del agua). Ello significa "Lugar de escudos y rodelas a la orilla del agua". y se remonta a la llegada de sus fundadores quienes le llamaban “Chimalhuacantoyac”.
[4] Cacamatzin o Cacama (1483 - 1520) fue tlatoani de Tetzcuco, ciudad que formaba parte de la Triple Alianza, junto con Tenochtitlan y Tlacopan.
Cacamatzin era hijo del anterior tlatoani Nezahualpilli y una de sus amantes. Tradicionalmente, en Tetzcuco los tlatoanis eran elegidos por la nobleza, y se seleccionaba al más capaz de la familia real. En 1515, la elección de Cacamatzin, fue hecha bajo una considerable presión de su tío Moctezuma Xocoyotzin, huey tlatoani de Tenochtitlán. Moctezuma deseaba disminuir el poder de Tetzcuco a favor de la mayor centralización en Tenochtitlán.
El 8 de noviembre de 1519 los españoles llegaron a la ciudad; Cacamatizin formó parte del séquito de Moctezuma quien salió a recibir a Hernán Cortés en la calzada de Iztapalapa.
[5] Cuitláhuac (14761520) fue el penúltimo tlatoani mexica, señor de Iztapalapa y hermano de Moctezuma Xocoyotzin.
Su nombre significa "(el que) ha sido encargado (del cuidado de alguien)".
Este nombre fue una derivación por parte de la Malinche, al mencionar el nombre real del Tlatoani que era Cuauhtlahuac = 'Águila sobre el agua'. Ella en son de burla o desprecio lo llamó con el nombre de Cuitláhuac. Así los españoles tomaron este nombre como real sin conocer el significado y quedo plasmado en la historia.
La viruela acabó con la vida de Cuitláhuac en noviembre de 1520, a solo unas semanas de lograr vencer a los españoles.