martes, 24 de enero de 2012

HISTORIA VERDADERA DE LA CONQUISTA DE LA NUEVA ESPAÑA Parte 20


Como había mencionado en la entrada anterior, después de las batallas que habían sucedido entre tlaxcaltecas y españoles estaban en proceso de reforzar su amistad y unir fuerzas para atacar a Montezuma (claro estaba que los tlaxcaltecas llegaron a este punto pues se dieron cuenta de que eran superiores a ellos en batalla y es algo que necesitaban para terminar con el enorme poder de los mexicanos).
Los tlaxcaltecas principales (cómo se hacía anteriormente en algunas culturas) después de ofrecer su amistad y reforzarla ofrecieron sus hijas a Cortés y a sus hombres pues le dijeron que querían que hubiera generaciones con la mezcla de tlaxcaltecas y españoles.
El sacerdote que acompañaba a Cortés le aconsejó que no las recibiera de buena forma hasta que pudieran hablar con ellos sobre religión y los sacrificios que hacían pues vieron esta una gran oportunidad de tocar este tema que para ellos era de suma importancia y así fue cómo lo hizo Cortés.
Cuando los tlaxcaltecas llegaron con Cortés y sus hombres para hacerles entrega de sus hijas, los españoles se alegraron mucho y las recibieron de buena gana pero entonces Cortés les dijo lo que había estado diciendo desde su llegada a la costa de Cozumel. Les habló sobre Dios, su madre la virgen y les mostraron imágenes contándoles como son ellos a los que deberían adorar. Bernal cuenta lo bien que recibían el mensaje pues doña Marina y Jerónimo de Aguilar ya dominaban las palabras y lo que quería decir Cortés.



A diferencia de los pueblos con los que se había encontrado Cortés hasta llegar a este punto, los tlaxcaltecas al escuchar estas palabras sobre Dios, la virgen, el cielo, el infierno y demás palabras que escucharon respondieron que ellos eran los que estaban ahora pisando tierras extrañas, que cómo esperaban que de un día para otro dejaran de creer en este su Dios pues aunque si creían que los ayudaba a los españoles ellos creían en los mismos dioses de sus antepasados y que con el tiempo irían aprendiendo de este el Dios del que Cortés les hablaba, también dijeron que ellos qué más quisieran obedecer lo que les decían pero no dejarían de sacrificar aunque esto significara su muerte.
Bernal menciona que estas palabras mencionadas por los tlaxcaltecas sorprendieron mucho tanto al sacerdote que los acompañaba como a los mismos soldados y fue por esto que le dijo el padre de la Merced a Cortés lo siguiente: “Señor, no cure vuestra merced de más importunar sobre esto, que no es justo que por fuerza les hagamos ser cristianos, y aun lo que hicimos en Cempoal de derrocarles sus ídolos no quisiera yo que se hiciera hasta que tengan conocimiento de nuestra fe. ¿Qué aprovecha quitarles ahora sus ídolos de sus adoratorios si los pasan luego a otros?...” y menciona Bernal que sí lo tomó en cuenta Cortés y dejaron de insistirles en ese momento.
Después de esta plática bautizaron a las hijas de los caciques tlaxcaltecas. A la hija de Xicotenga el viejo, la llamaron Doña Luisa y Cortés se la dio a Pedro de Alvarado y les dijo que era como su hermano y capitán por lo cual se contentaron los caciques. Cuenta Bernal que Pedro de Alvarado tuvo dos hijos con Doña Luisa.



Cortés quiso saber todo lo que pudiera sobre Montezuma y los mexicanos y por esto se llevó a los caciques principales con él para platicar sobre este tema.
Ya que los tlaxcaltecas eran grandes enemigos de los mexicanos desde años atrás sabían muchas cosas que podían beneficiar a Cortés en contra de ellos. Les hablaron sobre su gran poderío y que Montezuma obtenía las tierras que él quería a través de la guerra pues en una batalla normal salía con 150 mil soldados de guerra; Cortés les preguntó que si era verdad que tenían tanto poder ¿Por qué es que no había acabado con los tlaxcaltecas? Le contestaron que porqué la mayoría de los guerreros de Montezuma habían pertenecido a otros pueblos que fueron sometidos y por esta razón no peleaban con muchas ganas y ellos mismos les avisaban cuando los iban a atacar.
Hablaron sobre el gran poderío de los mexicanos, el oro, plata y plumas que obtenían de los pueblos sometidos a ellos; sobre las casas, su ciudad y las mujeres que tenían.



Les describieron la ciudad, los lagos que las rodeaban, la forma en que se defendían y la manera de entrar a la gran ciudad de Tenochtitlán.

viernes, 13 de enero de 2012

HISTORIA VERDADERA DE LA CONQUISTA DE LA NUEVA ESPAÑA Parte 19


Cuando Xicotenga fue a ver Cortés para hacer las paces le explica que la razón por la que no habían aceptado anteriormente sus mensajes de amistad era porque Montezuma solía hacer ese tipo de engaños para poder adentrarse en sus tierras y que había veces que no podían obtener comida por la invasión de los mexicanos, incluso se quedaron sin riqueza pues se había entregado anteriormente a Montezuma para hacer las paces.
Cuenta Bernal que Xicotenga dio muchas quejas a Cortés de Montezuma y los mexicanos y ahora sabía que ellos querían ser amigos y no tendrían que estar siempre con sobresaltos de ataques de México. Invitó a Cortés a su ciudad pues le dijo que los otros señores principales lo esperaban; éste contestó que iría con agrado pero que a pesar de que les perdonaba los ataques que les hicieron, si volvían a hacerlo no los perdonaría y destruiría su ciudad; Xicotenga y sus acompañantes aseguraron que no volverían a atacarlos.
Los mensajeros de Montezuma que estaban con Cortés escucharon todo lo que dijo Xicotenga y cuando éste se fue les dijeron a Cortés y a sus hombres que no les creyeran pues eran mentiras, que los tlaxcaltecas esperarían a que todos estuvieran en su ciudad y los atacarían. Cortés les contestó muy seriamente diciéndoles que si eso era verdad que no lo preocupaba pues él les había advertido que de hacerlo los mataría y por lo tanto si estaba dispuesto a ir a Tlaxcala; Cortés les dijo esto pero no sabía si era verdad lo que le dijeron y se quedó preocupado.

Xicotenga y Cortés

Cuenta Bernal que como pasaban los días y Cortés no iba a Tlaxcala los principales les mandaban comida y ropa para demostrarles que si estaban de paz y también Montezuma mandó de nuevo regalos de oro y ropa cuando se enteró que fueron invitados por los tlaxcaltecas a su ciudad y les mandó decir que no les creyeran pues solo querían llevarlos a su ciudad para matarlos y robarles pues eran muy pobre. Cuando Cortés iba a contestarle se enteró que todos los señores principales y papas de Tlaxcala iban camino a verlo para después llevarlos a su ciudad.
Cuando llegaron todos los señores principales de Tlaxcala a ver a Cortés, Xicotenga el viejo le dijo a Cortés que era verdad lo que le habían dicho sus mensajeros previos pues en verdad querían la paz con él y que estaba seguro que los mensajeros mexicanos le habían inventado cosas sobre ellos pues solían hacerlos y que era la razón por la cual no habían querido ir a Tlaxcala. (También cuenta Bernal que Xicotenga el viejo y todos los tlaxcaltecas llamaron a Cortés “Malinche[1]”).


Cortés le contestó que si no había ido a Tlaxcala no era por cosas que hayan inventado los mexicanos sino porque no tenían como llevar todas sus cosas con ellos pues no tenían quien las cargara, a lo que Xicotenga contestó que el mandaría llamar hombres que les cargaran sus cosas.
Bernal cuenta que estuvieron 24 días en Tlaxcala y que llegaron a esta ciudad el 23 de septiembre de 1519.
Cuando entraron en Tlaxcala fueron recibidos por todos los papas de la ciudad, así como por los señores principales que se habían adelantado para que todo estuviera listo a su llegada. Cuenta Bernal que todo lo tenían tan preparado para que se sintieran a gusto en su ciudad que incluso les daban ropas hechas de henequén pues no contaban con algodón como los mexicanos.
Cuenta Bernal que Xicotenga el viejo y otros señores principales se enojaron con Cortés pues se dieron cuenta de que no dejaban sus armas y estaban muy desconfiados de ellos y le dijo que o los tiene por enemigos o no confían en ellos a pesar de la paz que le estaban mostrando, a lo que Cortés contestó que no era por ellos, que él solía siempre estar preparado para la batalla pero que si les agradecía la amistad que les ofrecían y todo lo que hacían por ellos.



[1] Malinche es el nombre que los indígenas dieron a Cortés, debido a su cercanía a Malinalli, el verdadero nombre de la Malinche. Malinalli es una paja, una liana torcida que se utilizaba en la construcción de casas, pero también era un signo astrológico.

martes, 10 de enero de 2012

HISTORIA VERDADERA DE LA CONQUISTA DE LA NUEVA ESPAÑA Parte 18


Mientras Cortés de nuevo intentaba persuadir a los soldados amigos de Diego Velázquez que pelearan bien, siguieran adelante y no pensaran más en Cuba, los señores principales de Tlaxcala de nuevo dijeron a Xicotenga que fuera a hablar con Cortés para lograr paz; lo que hizo Xicotenga fue enviar comida pero retando de cierta forma a Cortés para saber si eran teules u hombres de carne y hueso.
Los mensajeros que llevaron la comida a los españoles eran espías de Xicotenga pues deseaba de nuevo atacarlos por la noche y quería saber la forma en que vivían; Cortés se enteró de esto porque doña Marina lo escuchó y se lo dijo. Lo que hizo fue aprender a 17 de los espías de Xicotenga, les cortó a unos las manos y a otros sus dedos pulgares para mandar el mensaje a Xicotenga diciendo que lo esperaría de día y de noche y si en dos días no llegaba el iría a buscarlo.



Al otro día los soldados que cuidaban los alrededores del lugar donde estaba establecido Cortés, llegó corriendo a él diciendo que había visto a lo lejos venir muchos indios e indias cargando cosas, que no estaba seguro a donde se dirigía pero otro soldado los estaba vigilando. Al poco tiempo llegó el otro soldado diciendo que venía hacia ellos.
Bernal cuenta que estaban tan felices porque sabían que se acercaban aquellos indios para por fin estar en paz, pero Cortés mandó que disimularan su felicidad.
Cuatro señores principales entraron en los aposentos de Cortés para hablar sobre paz y amistad. Le explicaron que eran enviados del señor de Tlaxcala y que iban para pedir disculpas por haberles dado guerra y no creer en los mensajeros que habían enviado pues explicaron que ellos pensaban que eran amigos de Montezuma que son enemigos de los tlaxcaltecas desde mucho tiempo atrás y por lo tanto pensaban que era uno de sus engaños para entrar en sus tierras y robar a sus hijos y mujeres. Esto se los habían dicho los  chontales y otomíes que según ellos eran gente del monte sin razón.
Cortés escuchando todo lo que les fue mandado decir, se hizo el enojado y muy molesto les dijo que él no tendría por qué escucharlos pues desde que entraron a esa tierra había mandado mensajeros para que fueran amigos y ellos respondieron atacando de día y de noche y enviando espías. Les dijo que no creería en sus palabras si no iban los señores de Tlaxcala a hablar sobre la buena voluntad que ahora le tenían. Les advirtió que los esperaba de día pues si llegaban de noche los mataría.


Negociación de los tlaxcaltecas.

Bernal cuenta que en todas las tierras cercanas a Tlaxcala se enteraron de la victoria que habían tenido sobre este gran pueblo guerrero. Uno de los que se enteraron de la paz que ahora ofrecían los tlaxcaltecas a los españoles fue Montezuma y por esto mandó mensajeros para ir a ver a Cortés y decirle que lo felicitaba por su gran victoria y que deseaba ser vasallo de su gran emperador pues ahora les tenía más respeto; les mandó regalos de oro, algodón y otros presentes; lo único que les pedía es que no fueran a verlo pues su tierra era estéril y no quería que pasaran hambre estando en México. 



Estando Cortés platicando con los mensajeros de Montezuma se acercaron soldados para decirle que había muchos hombres con mantas blancas y de colores que se acercaban. Conforme fueron avanzando supieron que era Xicotenga y otros señores principales e iban a verlo para hacer las paces y se tranquilizaran las cosas entre Cortés, sus hombres y el pueblo de Tlaxcala.

jueves, 5 de enero de 2012

HISTORIA VERDADERA DE LA CONQUISTA DE LA NUEVA ESPAÑA Parte 17


Cuenta Bernal que los caciques de Tlaxcala se reunieron después de las batallas perdidas y se pusieron a dialogar sobre los mensajeros que enviaba Cortés con la intención de hacer las paces. Xicotenga el viejo, el principal de ellos y padre de Xicotenga el mozo dijo que a pesar de haber perdido el pueblo de Tlaxcala contra los españoles, ellos seguían mandando mensajeros para hacer las paces y sobre todo que a los que tomaban presos no los herían sino los dejaban en libertad, además que los indios de Cempoal les habían  dicho que Cortés y sus hombres no eran amigos de Montezuma, al contrario pues ellos tenían la intención de ir a hablar con los mexicanos y detener la dominación territorial que tenía; propuso entonces hacer las paces con ellos y fueran teules ó no los ayudarían en batalla contra los mexicanos.
Cuando Xicotenga el mozo se enteró de que su padre y los demás principales querían mandar este mensaje a Cortés se enojó tanto que dijo que él los atacaría de nuevo. Xicotenga el viejo con temor de que su hijo atacara de nuevo a Cortés mandó a todos sus guerreros que no lo siguieran en esta batalla.



Mientras esto pasaba con los tlaxcaltecas, Cortés decidió ir a un pueblo cercano llamado Zumpancingo pues no tenían comida en el lugar en donde estaban, así que preparó a los caballos y a los soldados más sanos y avanzó. Cuando en Zumpancingo  sintieron a Cortés y a sus soldados próximos a su territorio huyeron pues pensaron que los matarían; al darse cuenta los soldados españoles esperaron a que se fueran del pueblo y posteriormente entraron por alimento pues su intención no era matarlos ni herirlos.
Cuando los principales de estas tierras se percataron de que pudieron haberlos matado pero no lo hicieron, fueron a ver a Cortés para agradecérselo y para decirles que si no habían ido para hacer las paces con ellos es porque Xicotenga se los tenía prohibido pues era gran señor de Tlaxcala.
Dieron de comer a Cortés y a sus soldados, al igual que mandaron a los otros que se habían quedado en el real heridos. Cortés les dijo que lo que él buscaba era ser amigo de ellos pues aun no había tenido noticias de los principales de esos pueblos, así que los papas y principales de Zumpancingo fueron a ver a Xicotenga y los otros principales para darles el mensaje de Cortés.
Cuando regresaron al real con los soldados heridos, uno de ellos a nombre de los españoles que habían dejado en Cuba tierras e indios y amigos de Velázquez dijo a Cortés que sería bueno regresaran a la Villa Rica pues a pesar de que Dios los había acompañado y dado fortaleza para las batallas, él y los otros no creían que era bueno seguir adelante pues se encontraban en peor estado que animales de carga; querían regresar a la Villa Rica para poder construir un navío para que fuera a Cuba y pedir ayuda.



Lo que Cortés respondió a ese soldado (que dice Bernal que no menciona su nombre por orgullo de la persona) es que es verdad todo lo que le dice, que bien tiene entendido el frio, hambre y cansancio que pasan, pero que debería tomar en cuenta también que Cortés no los manda y se queda esperando noticias de ellos sino que es el primero que sale a la batalla y que bien sabido tiene que todo era por ayuda de Dios y en nombre del emperador Carlos.
Les dijo también que ya no podían dar vuelta atrás pues los pueblos que se habían hecho amigos de ellos, se volverían de nuevo enemigos al ver que no van a México como lo habían dicho para hablar con Montezuma, y que creyendo que son dioses si los vieran volver hasta las piedras se levantarían contra ellos pues los creerían cobardes y sin fuerza. Les habló sobre quitarse de la cabeza la idea de Cuba, que lo que les quedaba era seguir siendo buenos soldados para poder seguir avanzando y llegar a donde tengan que llegar con la ayuda de Dios en nombre del emperador don Carlos.


Finalizaron la plática con estos soldados inconformes pero obedecieron pues al final de cuentas quien estaba a cargado era Cortés y no podían desobedecerle más que maldecirle pues si había debilidad entre ellos era probable que los mataran fácilmente.
Cortés sabía esto por eso les dijo que como decían las canciones era mejor morir por bueno que morir deshonrados.

lunes, 2 de enero de 2012

Orden de los Hermanos Menores Capuchinos

Orden de los Hermanos Menores Capuchinos (Ordo Fratum Minorum Cappuccinorum, abreviado OFMCap) más conocidos como los capuchinos. Son una reforma de los Franciscanos de la observancia (OFM) y pertenecen a la Primera Orden de San Francisco. Esta es la única división de los observantes que ha podido permanecer independiente hasta el día de hoy.
Fue iniciada en 1528, por Fray Mateo de Bascio y por los hermanos Ludovico di Fossombrone y Rafaele di Fossombrone, en compañía de otros franciscanos.
Como las otras ramas, por lo general los capuchinos se dedican al cuidado pastoral de parroquias. Sin embargo aprecian la vida contemplativa y el estudio.
Los capuchinos son la rama heredera de los espirituales de los primeros tiempos.[cita requerida] Usan un hábito marrón con una cuerda (como los franciscanos observantes), pero la diferencia principal con los otros dos grupos es que lleven una capucha unida a la túnica (de acuerdo a la forma del hábito original que usaba San Francisco) y es más larga comparada con la de las otras ramas.



Recibida la bula papal, otros frailes de la Observancia se unieron a ellos, tales como Juan de Fano, Bernardino de Asti y Bernardino de Ochino. En 1536, los "Hermanos o frailes menores de la vida eremítica", que así se llamaban entonces, ya eran 500 y, sorprendentemente, 3.300 en 1571. Ni la obstinada oposición de la familia de origen, ni la clamorosa defección de su vicario general Bernardino Ochino, que se pasó a la herejía protestante, impidieron que la nueva reforma siguiera creciendo a la sombra de los Frailes Menores Conventuales, a cuya jurisdicción se acogieron antes de conseguir de Pablo V.
Por su apostolado caritativo y social, los frailes Capuchinos han sido siempre bien acogidos por el pueblo, como bien refleja el escritor italiano Alejandro Manzoni, que en su célebre novela "Los novios" alabó admirablemente su capacidad de penetrar en el corazón de las clases más humildes. Por su afabilidad y disponibilidad y por el modo de trabajar y de vivir son conocidos también como "frailes del pueblo".
Presencia y actividad hoy en el mundo
Hoy los Capuchinos desarrollan también una intensa labor científica y cultural a través del colegio Internacional San Lorenzo de Bríndisi, que es como su ciudadela de los estudios superiores y universitarios. En su nueva sede se encuentra también ahora el Instituto Histórico de la Orden, que edita los "Monumenta Historica" la "Bibliotheca Seeraphica-Capucina", la "Colectanea Bibliographica Franciscana" y otras obras de excelente calidad científica. En el mismo complejo se ha instalado también la rica biblioteca central de la Orden y un museo franciscano único en su género, con más de 20.000 piezas (pinturas, esculturas, cerámicas, monedas, medallas, sellos, grabados, etc.) que dan testimonio de la multisecular historia franciscana en todos sus aspectos.