En la batalla de Centla prendieron a 5 indios y Cortés a través de Aguilar su lengua les habló sobre paz, hermandad y sobre que ellos tuvieron la culpa de que los atacaran; mandó a estos indios por los señores principales pues deseaba hablar con ellos y en lugar de llegar ellos, mandaron a esclavos con comida en símbolo de paz pero Cortés les dijo que él quería hablar con sus señores, que fueran a decirles eso.
Al otro día llegaron 30 principales y le pidieron a Cortés poder enterrar a sus muertos y este les dio permiso; regresaron al otro día los principales a tratar los asuntos de paz con Cortés.
Bernal cuenta lo siguiente: “Y como Cortés en todo era muy avisado, nos dijo riendo: Sabéis, señores, que me parece que estos indios temerán mucho a los caballos, y deben pensar que ellos solos hacen la guerra… he pensado una cosa para que mejor lo crean…”.
Lo que hizo Cortés fue mandar traer una yegua que había parido días anteriores y un caballo para que la oliera, después de esto mandó separarlos hasta esperar que llegaran los caciques.
Al medio día llegaron cuarenta indios de los principales con comida y regalos pidiéndole perdón a Cortés por la batalla y que de ahí en adelante serían buenos, lo que les contestó Cortés a través de Aguilar fue que ellos ya habían visto cuantas veces se les había solicitado la paz y que ellos tenían la culpa y que ahora eran merecedores de que los mataran, también les dijo que eran vasallos de un gran rey[1], que mandaba que los tuvieran en su servicio y que fueran buenos como decían sino soltarían a aquellos tepuzques[2] y que por la guerra que les habían dado seguían estos animales enojados.
Carlos V
Unos soldados españoles acercaron al caballo que había olido a la yegua y lo amarraron cerca de de los caciques que estaban parados en donde había estado amarrada la yegua, entonces el caballo empezó a relinchar y a patear hacía donde estaban parados los indios, entonces los indios pensaron que era por ellos que estaba enojado.
Cuando Cortés se dio cuenta de que los indios tenían miedo al caballo lo mandó quitar y les dijo que ya le había ordenado que no estuviera enojado con ellos. Después de esto los indios dijeron que regresarían al otro día con comida y presentes para Cortés.
El 15 de marzo de 1519 regresaron muchos caciques y principales de tabasco, le llevaron regalos a Cortés entre ellos oro, mantas, diademas, y 20 mujeres indias. “Y no fue nada este presente con comparación de veinte mujeres, y entre ellas una muy excelente mujer que se dijo doña Marina, que así se llamó después de vuelta cristiana.”
Cortés repartió a los españoles las mujeres y a Alonso Hernández Puerto Carrero le dio a doña Marina.
Después de esto Cortés les dijo que estaba muy agradecido y que les solicitaba que poblaran ese lugar con sus familias máximo en dos días a lo que ello respondieron que lo harían y así lo hicieron.
Cuando estuvo poblada esa tierra Cortés a través de Aguilar les habló de la fe católica, de Dios y les mostró la imagen de la virgen; Bernal cuenta lo siguiente “y los caciques dijeron que les parecía muy bien aquella tececiguata, y que se la diesen para tener en su pueblo, porque las grandes señores en aquellas tierras, en su lugar, llaman tececiguatas”.
Cortés les preguntó a los indios que de donde traían el oro que tenían a lo que ellos respondieron que lo obtenían de hacia donde se pone el sol y decían colúa y México y como no sabían los españoles a que se referían lo pasaron por alto.
Después de esta plática ofició misa Fray Bartolomé de Olmedo[3] y se nombró a este lugar como Santa María de la Victoria. Fray Bartolomé les habló a las 20 mujeres que les habían regalado para que no siguieran creyendo en sus ídolos.
Fray Bartolomé de Olmedo
A estas 20 mujeres las bautizaron y dice Bernal que estas fueron las primeras cristianas que hubo en la Nueva España.
A los caciques les habló Cortés contándoles de que son vasallos de un gran rey que tiene muchos pueblos, pidiéndoles que también lo tomaran como señor y cuenta Bernal que estos fueron los primeros vasallos en la Nueva España que dieron la obediencia a su Majestad.
Cortés decidió ya hacerse a la vela y les pidió que cuidasen la cruz que les mandó poner y la virgen. Cuando partieron los españoles se fueran en ruta rumbo a San Juan de Ulúa. En el camino le fueron enseñando a Cortés el rio Guazacualco, la isla verde, la isla blanca y la isla de Sacrificios, pasando esto llegaron a San Juan de Ulúa.
[1] fue Rey de España con el nombre de Carlos I (15161 -1556), el primero que unió en su persona las coronas de Castilla, Aragón y Navarra, y Emperador del Sacro Imperio Romano Germánico como Carlos V (1520-1558), llamado César, el César Carlos o Su Majestad Cesárea. Durante su reinado, Hernán Cortés conquistó Nueva España (México), Francisco Pizarro conquistó el Imperio Incaico formando el Virreinato del Perú y Gonzalo Jiménez de Quesada conquistó el pueblo de los Chibcha, en la actual Colombia.
[2] Dice Bernal “y al hierro llaman en su lengua tepuzque”.
[3] Fue un fraile mercedario que acompañó a Hernán Cortés en la conquista de México. Fray Bartolomé de Olmedo se ocupó de la evangelización de los indígenas (al principio, con un talante menos impositivo que el del propio Cortés). Celebró la primera misa de México Tenochtitlán y, como hombre de confianza de Cortés, participó por su encargo en negociaciones y misiones diplomáticas.
Así, Olmedo formó parte de la comisión que fue al encuentro del Pánfilo de Narváez cuando llegó a la Nueva España enviado por el gobernador de Cuba Diego Velázquez para apresar a Cortés.
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