viernes, 11 de noviembre de 2011

HISTORIA VERDADERA DE LA CONQUISTA DE LA NUEVA ESPAÑA Parte 11


Los caciques de Cingapacinga hablaron con Cortés para quejarse de Montezuma de la misma forma y por razones parecidas a las que le habían dado los de Cempoal. Lo que hizo primero Cortés fue hacer que entre los dos pueblos hubiera paz y se hicieran “amigos”.
Bernal cuenta la historia de un soldado que cuando iban camino a Cempoal pasaron por otros poblados amigos de los de Cingapacinga; este soldado se robó unas gallinas y Cortés lo vio, se enojó tanto que mandó ahorcarlo y cuando estaba a punto de morir Pedro de Alvarado cortó la soga. Bernal aclara que cuenta esto para que los curiosos lectores y principalmente los sacerdotes encargados de doctrinar a los indios “vean de que manera ellos se han de haber con los indios y no tomarles sus haciendas”.


Pedro de Alvarado

Cuando regresaron Cempoal el cacique gordo[1] le dijo a Cortés que quería que siempre fueran amigos, que lo mejor para afianzar su relación es que se llevaran a indias con ellos para dar futuras generaciones; le dieron a Cortés ocho indias, todas ellas hijas de los caciques principales de la zona.
Cortés le dijo que las recibía con mucho gusto pero para que se hermandad creciera le pedía que ya no sacrificaran ánimas pues cuenta Bernal que veían todos los días que mataban a tres o cuatro personas. El cacique gordo contestó que no le parecía bien quitar a sus ídolos pues ellos les daban salud.
Como Cortés vio que no estaban dispuestos a dejar de creer en sus dioses, habló con sus soldados y les dijo que estuvieran pendientes con sus armas pues estaba dispuesto a morir por quitar a los indios sus creencias y que aceptaran la fe católica. El cacique gordo cuando vio que Cortés se aproximaba a sus adoratorios con sus soldados para deshacerse de ellos les dijo que no lo permitiría y mandó que los indios fueran por sus armas también; Cortés a través de la doña Marina les metió miedo diciéndole que ya no serían amigos y que los guerreros de Montezuma[2] solo esperarían el momento de atacarlos.
Cuando los soldados españoles tiraron a los dioses indios, los caciques se pusieron a llorar pidiéndoles perdón pues no podían defenderlos por miedo a Montezuma. El cacique gordo mandó que no atacaran a Cortés ni a sus soldados.

Guerreros mexicas

Lo que hizo Cortés después fue hablar con los indios sacerdotes para explicarles el por qué no deben seguir creyendo en sus dioses, que los ayudarían en contra de Montezuma si dejan los sacrificios y los permiten dejar una imagen de la virgen, por lo cual mandó a todos los albañiles indios a limpiar la sangre y a construir un altar con muchas rosas para poner la imagen y también mandó construir una cruz de madera para que de igual forma la tuvieran bien cuidada y limpia; mandó también que los sacerdotes ya  no se vistieran de negro como solían hacerlo y ahora cambiaran sus ropas por unas blancas. Dejó a cargo a un soldado español para que todos los días viera que se cumpliera lo que les mandaba.



Cuenta Bernal que Cortés mandó llamar a las indias que les habían regalado, les hablaron sobre lo malo de los sacrificios y la nueva fe que adoptarían pues fueron bautizadas. En el libro dice Bernal que una de ellas era muy hermosa para ser india…




[1] Fue fundamental en la orientación de Cortés hacia Tenochtitlán y en la estrategia que construyó para apoderarse de la ciudad-imperio más fastuosa y poderosa del Nuevo Mundo.
[2] El estado mexica estaba centrado alrededor de la expansión militar y del predominio político sobre otros pueblos, además de la exigencia de tributo de otras ciudades-estado, por lo cual la guerra era la fuerza básica en la política mexica. La sociedad mexica también estaba centrada alrededor de la guerra; cada hombre mexica recibió formación militar básica desde temprana edad, ya que la guerra no solo era importante para el bien del imperio, también era para muchos, la única posibilidad de ascender en la pirámide social mexica, la única forma de dejar de ser plebeyos (macehualtzin).

lunes, 7 de noviembre de 2011

HISTORIA VERDADERA DE LA CONQUISTA DE LA NUEVA ESPAÑA Parte 10


Cortés como mencioné antes mandó detener a los 5 caciques de Montezuma; los caciques del lugar se quedaron muy nerviosos pues temían que se escaparan y fueran a avisar a México, por lo cual querían matarlos pero Cortés no los dejó, diciendo que él pondría a hombres que los cuidaran. Una noche mandó a los guardias de los caciques mexicas a que sacaran a dos de ellos peros sin que lo notaran los caciques del lugar y los llevaran a sus aposentos.
Cuando los dos caciques presos fueron llevados con Cortés, este fingió no saber quiénes eran y les preguntó que de donde eran y  por qué razón los habían apresado, estos contestaron que los caciques de Cempoal lo habían hecho con su ayuda a lo que respondió Cortés que no era verdad, que sentía mucho que los tuvieran presos, les dio de comer y les dijo que los liberaba para que fueran a contar al gran señor Montezuma que eran grandes amigos y que en verdad los españoles estaban de su lado y ayudarían en lo que ellos quisieran y que a sus otros 3 compañeros que se quedaron presos posteriormente los liberaría.



Al otro día que el cacique gordo y los otros se dieron cuenta de que ya no estaban dos de los presos quisieron matar a los tres que aun estaban prisioneros pero Cortés, sabiendo que esas iban a ser sus intenciones les dijo fingiendo estar enojado que los llevaría a sus barcos para que de ahí no pudieran escapar como los otros dos.
Los caciques de Cempoal estaban muy alegres pues Cortés les había prometido protección y mandaron que los pueblos cercanos lo supieran pues se les dijo que con una alianza podrían derrotar a Montezuma.



Cuando Cortés aseguró la amistad de los totonaques decidió fundar la Villa Rica de la Vera Cruz y con ayuda de los indios y todos sus soldados en poco tiempo construyeron una iglesia, casas y una fortaleza.
Bernal cuenta que después se enteraron de que Montezuma cuando se enteró de que los pueblos totonaques se rebelaron estaba tan enojado que había querido mandar a todos sus guerreros a matarlos y que no dejaran a uno con vida y de igual forma a Cortés y a sus soldados. Cuando llegaron los dos caciques liberados por Cortés y Montezuma se enteró de la forma en que los liberó y las palabras que le mandó decir decidió mandar a dos de sus sobrinos[1] a hablar con él.
Lo que los sobrinos le dijeron a Cortés de parte de Montezuma es que les agradecía que hubiera liberado a sus siervos, le mandó regalos de oro y le dijo como ahora estaba seguro de que ellos eran sobre los que habían hablado sus antepasados y que se sentía muy ofendido por la gran traición de los pueblos totonaques, mas no los mandaba matar porque estaban los españoles en esas tierras.
Cortés agradeció los regalos y le mandó decir a Montezuma a través de los 3 presos que tenía en sus barcos que los pueblos totonaques ya no le pagaban tributo porque solo servían a un solo señor (Carlos V) pero que iría pronto a visitarlo. Después de esto se regresaron a su México.
Cuando se fueron, fueron a hablar con Cortés el cacique gordo y otros caciques para decirle que fuera a un pueblo llamado Cingapacinga[2] porque estaban unos guerreros aliados de los de culúa y que iban hacia Cempoal para destruirlos. Después de pensar un tiempo Cortés decidió mandar a un soldado tuerto, sin una pierna y con marcas en la cara al pueblo para hablar con estos guerreros de culúa y así vieran los indios que eran casi dioses y que un solo hombre podía detener a todos esos mexicanos.
Así se fueron soldados de los caciques de Cempoal con este viejo soldado disparando con su escopeta para que los guerreros los escucharan. Cortés mandó por ellos para que regresaran y juntar a todos los soldados e indios para enfrentar a estos guerreros juntos.
Los amigos de Diego Velázquez no quisieron ir con ellos, le dijeron a Cortés que se regresarían a Cuba, que estaban cansados de estar en esas tierras llenas de indios, querían regresar a los que habían dejado en Cuba y que les había prometido que los dejaría ir. 



Cuando estuvieron cerca de Cingapacinga salieron los señor principales de la ciudad y le preguntaron a Cortés que por qué los quería matar si no habían hecho nada, que los guerreros mexicanos se habían ido días atrás a sus tierras y que los indios de Cempoal lo habían engañado pues siempre habían tenido rivalidad. Cuando Cortés entendió esto mandó detener a los indios principales que los acompañaban de Cempoal diciéndoles que tenían que regresar todo aquello que les habían robado a los de Cingapacinga.
Cuando los caciques de Cingapacinga vieron la buena voluntad de Cortés y que hizo que les regresaran las cosas robadas, escucharon lo que les dijo sobre Carlos V y la fe católica. 





[1] En el libro cuenta que pudieron ser hijos de Cuitláhuac.
[2] Quizá se trata de Tizapancingo o Tizanpancinco, pueblo desaparecido que aparece en el mapa agregado al informe del alcalde mayor de la antigua Veracruz.

miércoles, 2 de noviembre de 2011

DÍA DE MUERTOS-ORIGEN


La festividad del Día de Muertos tiene un origen remoto. Por la falta de evidencias históricas no es posible tener un conocimiento exacto de cómo ha surgido. Sin embargo algunos estudiosos consideran que se remonta hasta el año 800 a.c..
 


Varios siglos más adelante hay más certezas que la actual celebración del Día de los Muertos sería descendiente del llamado Festival de Muertos, un ritual celebrado por los aztecas en los meses de julio y de agosto. Era la fiesta con que los mexicas celebraban el final de la cosecha de frijol, garbanzo, maíz y calabaza.

 

Los mexicas, eran considerados el pueblo de la muerte. Su filosofía acerca de la mortalidad e inmortalidad quedó plasmada en diversos poemas en donde se dice que la vida es solo un estado pasajero y la muerte, es renacer, vivir para siempre.
Los aztecas creían que al morir, los difuntos tenían tres diferentes destinos. Los guerreros se reunían con el sol, y tras cuatro años se convertirían en aves. Tlalocan, "El lugar de las delicias" era la segunda región y a esta llegaban quienes morían por enfermedades como gota, sarna, lepra, ahogados o muertos por un rayo. En este lugar nada les faltaría. Finalmente, el Mitotlan o "Reino de los difunto" -equivalente al infierno- al que se llegaba despues de recorrer un camino lleno de peligros.